domingo, 28 de septiembre de 2014

sábado, 20 de julio de 2013

Productividad veraniega

Son las dos menos cuarto de la madrugada. Ha vuelto el mal tiempo y hoy he pasado el día en casa, afortunadamente sola. Ha sido un día de los que yo llamo de "productividad veraniega", es decir, un día en el que no he perdido ni un minuto, no he dedicado mi mente a nada que no fuera enriquecedor para ella. Bueno, sin contar que he dormido hasta las once...
He estado modelando con arcilla polimérica, he visto tres películas y he leído un libro corto. Además he cenado un plátano con chocolate fundido. Una auténtica delicia. Después de todo eso tengo la cabeza en ebullición, y me pregunto si esa es la clave de la forma de ser de ciertas personas. Esas personas que almacenan tantas citas en su cabeza, que tienen las ideas tan claras, que son capaces de soltar discursos de media hora y no contradecirse nunca ni perderse en sus propios pensamientos. Más que preguntármelo, casi puedo afirmarlo. ¡Os he pillado! Vuestro secreto es que procuráis que todos (o casi todos) los días de vuestra vida transcurran entre libros y películas, ¿verdad? Es lo que hace que tengáis la cabeza siempre funcionando a pleno rendimiento, sin ni siquiera ser conscientes de ello, seguro.

Me encanta ser joven. Me encanta tener 22 años y no saber qué me va a deparar el futuro, me encanta imaginar mi mente llena de espacio para aprender cosas, descubrir formas de pensar, encontrarme con personas que me aportarán algo o personas que olvidaré antes de llegar a conocerlas. Es como una libreta de la que sólo están escritas las primeras páginas, arrugadas por las marcas de bolígrafo, con alguna mancha por aquí y algún tachón por allá, pasadas pero no olvidadas.
Me encanta haber perdido el miedo a las páginas en blanco.


Vega.

domingo, 14 de julio de 2013

Antes del anochecer


Es la primera vez que voy sola al cine. Un domingo caluroso que amaneció increíblemente triste, con lágrimas y confusión por una pérdida de una parte de algo que a su vez forma parte de mi vida, pues no sé... De alguna manera me pareció el momento adecuado para hacerlo.
He ido a ver "Antes del anochecer". Después de haber visto "Antes del amanecer" y "Antes del atardecer", obviamente recomendadas por mi padre, no veía el momento de ver la siguiente cuando apareció en la cartelera. Fui con toda mi ilusión y tal como esperaba, la sala estaba prácticamente vacía. Había unas siete personas más, a mi lado, delante y detrás de mí. Un matrimonio, dos señoras silenciosas, dos cotorras y otra señora solitaria, más o menos. 
Durante el transcurso de la película noté el ambiente enrarecido y no podía evitar preguntarme si alguna de esas personas sería capaz de apreciar una película como esta, o si tan siquiera eran conscientes de la existencia de las dos anteriores. Podía sentir no la decepción, sino la incomodidad que se sentaba a un par de butacas de distancia. Aún así yo disfrutaba de mi película.
Al acabar, se confirmaron mis sospechas. En cuanto aparecieron las primeras letras de los créditos finales, el matrimonio que se sentaba a mi lado soltó un resoplido de alivio. La mujer descruzó las piernas ceremoniosamente dejando clara su indignación, como si no encontrara las palabras adecuadas para expresarla (lo cual es irónico, dado que la película es puro diálogo). En la fila de delante estaban las cotorras. Bueno, más bien eran una cotorra y su amiga que dedica su vida a escuchar quejas. "¡Por fin!" dijo ella. "No vuelvo a fiarme de las críticas de los periódicos ni de las estrellas que le ponen a las películas. Mataría a ese crítico con mis propias manos". Entonces la que se quedó sin palabras fui yo.
Las otras dos señoras parecieron más o menos contentas, simplemente salieron de la sala diciendo: "Bueno, es un monólogo. Un monólogo sobre la vida. Y la vida es así."
Yo me levanté, me mordí la lengua, salí a la calle y volví a casa andando, sintiendo la brisa caliente y escuchando los sonidos de la ciudad entre la música de mis auriculares. Pensando en escribir una entrada para el blog y sintiendo simple y pura felicidad.

Estas cosas te hacen pensar. En estadística me enseñaron que cuanto mayor es el tamaño de la muestra, mejor puede analizarse su comportamiento y establecer porcentajes y leyes. Curiosamente en este caso el sondeo ha sido concreto y además preciso. 

De ocho personas en la sala, la mitad salieron echando humo; dos se conformaron, una se maravilló y en cuanto a la persona restante, nunca lo sabré. 


Vega.

jueves, 11 de julio de 2013

Sigh.

Todo esto pasando a lo largo de los años...
















...y yo dudando de mi creatividad.


Vega.

lunes, 1 de julio de 2013

Courage.


"There's nothing wrong with you. There's a lot wrong with the world you live in."

"Don't listen to what people tell you because they'll try to bring you down. And don't listen to yourself, either, because yourself will try to bring you down even more so than anyone else. As long as you just put your energy into one thing, it can happen."

"Courage is one thing that no one can ever take away from you."

"Because a life without meaning, without drive or focus, without dreams or goals, isn't a life worth living."

"But one of the big lessons I have learned from my journey is you can't please everyone, so don't try."


La persona que dijo o escribió estas frases, es probablemente a la que más admiro en el mundo entero. Hace que tenga fe en mí misma, hace que me sienta orgullosa de ser como soy, de ser diferente y de no tener miedo a serlo. Pero hay un matiz que no estoy cumpliendo. 
Chris Colfer predica el coraje, la valentía, el vivir por uno mismo y no por los demás, predica tener sueños y atreverse a cumplirlos, no importa quién seas ni dónde hayas nacido. Yo estoy siendo valiente en algunos aspectos, pero sigo teniendo pánico a serlo en otros. A veces me paro a pensarlo y es ridículo, ¿tener miedo de dirigir mi propia vida? ¿Por qué? Como bien dice, no puedes complacer a todo el mundo, así que no lo intentes. Siempre quiero complacer a la gente que me quiere, y me estoy dando cuenta de que por culpa de eso, me olvido de complacerme a mí misma.

Se suponía que este año iba a cambiar mi vida, que iba a relajarme y ser feliz por fin. Pero me parece que mi cabeza se ha dejado engañar, exactamente igual que hace cuatro años. Quiero decir... Soy más feliz, pero no por los motivos por los que creía que iba a serlo. Soy más feliz porque estoy aprendiendo a ser valiente, a ser independiente, a hacer cosas yo sola. Este año me he atrevido a conocer gente, aunque haya sido online, y a mostrarme a ellos tal y como soy. Me he atrevido a irme a París un fin de semana a la aventura, a ver en persona a mi mayor ídolo. En poco más de un mes voy a cruzar el país yo sola y voy a vivir la experiencia de conocer a una decena de personas con las que llevo hablando 9 meses, y a las que quiero tanto por todo lo que me han aportado. Me siento fuerte, pero podría serlo mucho más. Todavía tengo miedo de correr riesgos, me cuesta creer en mí misma porque siento que quien más necesito que lo haga, no lo hace. Sólo tenemos una vida, ¿por qué es tan importante pasar por ella de forma "segura" y "adecuada"? 

Me rompe el corazón admirar a alguien que se atrevió a luchar por sus sueños y por hacer lo que realmente le apasiona, y después no seguir su ejemplo.

Debería hacerlo. Por mí.



Vega.

martes, 8 de enero de 2013

Struck By Lightning

Hoy es uno de esos días. Me siento a estudiar y no consigo concentrarme, no asimilo nada de lo que leo y me sale mal la letra. Me levanto, cojo la guitarra y me suena mal. Me siento al piano y mis dedos no hacen más que tropezarse contra las teclas. Tengo frío si me quito el jersey y calor si me lo pongo. Mi silla es incómoda, si cruzo las piernas me acaban doliendo y si no se me duermen. Y al final qué hago, venir aquí y escribir sin tener una idea en la cabeza siquiera.

No me había dado cuenta de cuánto me gusta escribir hasta hace unos meses, y eso que llevo toda mi vida escribiendo. Desde bien pequeña escribía cuentos, principios de novelas, cómics, hasta una obra de teatro y un poema. Al crecer lo cambié por literatura "informativa" y periodística, fundé un club a los 13 años en el que escribía una revista mensual y se la daba a mis amigas. Al menos duró dos o tres meses. Y por supuesto siempre escribí mi diario, desde los 12 hasta los 17 años, y también me aficioné a las cartas por esa época. A los 18 abrí este blog, y aparte también escribo pensamientos en documentos de word, y más cartas que nunca voy a enviar.

Así que si lo pienso bien, realmente nunca he dejado de escribir. Y si me hubiera dado cuenta antes igual habría incluído el periodismo entre mis opciones profesionales, porque creo que no escribo nada mal. ¿No?

Tengo mente científica y artística al mismo tiempo. Me imagino mi cabeza como un pequeño balancín, sobre el que estoy de pie haciendo equilibrios. La parte derecha representa mi lado científico, y la izquiera el artístico. Me paso los días balanceándome hasta tal punto que me mareo, y es entonces cuando recuerdo que si junto las dos piernas poco a poco, puedo situarme en el eje del balancín, y dejar los dos lados balanceándose solos mientras yo estoy segura en el centro.

El centro del balancín representa la escritura. Un punto donde la ciencia y el arte se unen y hacen que sea capaz de escribir mis pensamientos y sacar todo mi potencial. Me he dado cuenta de que siempre escribo sobre cosas que me faltan, cosas que busco y cosas que deseo, y es posible que simplemente escribir sea mi verdadero talento. ¿Puede ser? Hace 10 minutos estaba desesperada y ahora he sentido ese rayo repentino recorriendo mi cuerpo al estilo Carson Phillips en Struck By Lightning y me ha salido esto.

No es que sea una de mis mejores entradas. Como he dicho, es uno de esos días. A pesar de ello, este texto es lo que más satisfecha me ha dejado de todas las cosas que he intentado hacer hoy.



Vega.

domingo, 30 de diciembre de 2012

Perspectiva

Aunque la mayoría de la gente no lo crea, me gusta mirar la vida desde diferentes puntos de vista. Además lo hago tanto psicológica como físicamente. Ahora mismo por ejemplo, estoy escribiendo esto sentada a los pies de mi cama en vez de en la parte superior como suelo hacer. A veces cuando necesito despejar la mente, me gusta escuchar música tumbada en el suelo con unos cuantos cojines. Ya desde pequeña solía hacer estas cosas. Recuerdo sobre todo cuando me ponía cabeza abajo, miraba hacia arriba y me imaginaba cómo sería la vida si el suelo de las casas fuera el techo. Siempre soñé con caminar por él y atravesar las puertas teniendo que dar un salto. 

Lo curioso es que no soñaba con caminar boca abajo desafiando la gravedad, sino con que la casa en sí estuviera del revés. Supongo que eso dice bastante de mí misma. A veces me vuelvo loca pensando en lo distinta que soy al resto de la gente, y ansío que todos intenten hacer el esfuerzo de entenderme en vez de adaptarme yo a ellos. Y es que considero que no tengo que adaptarme más de lo que ya lo hago. Creo que soy una buena persona y que soy inteligente, y si lo que tengo que hacer para que todo el mundo me acepte es librarme de mis excentricidades, definitivamente no me interesa.

¿Qué sería yo sin mis rarezas? Para empezar no sería yo, así de simple. Lo he pensado muchas veces. Si no fuera especial no tendría tantos problemas para hacer amigos, me llevaría mejor con mi madre, y ahora probablemente no estaría en casa escribiendo. Y ahí está el quid de la cuestión. No estaría escribiendo porque nunca habría abierto un blog, porque nunca habría tenido la idea de escribir sobre nada, porque nunca habría visto ninguna película, leído un libro o escuchado una canción que me diera ganas de escribir mis pensamientos. Si no fuera especial no tendría el don de la música, no tendría ideas para hacer manualidades, mi libro favorito no sería El Principito, no sería capaz de ver la misma película dos veces en un mismo día y ayer no habría hecho un bizcocho con la forma del casco de Darth Vader.

Ser especial es una bendición y una maldición al mismo tiempo. Pero definitivamente merece la pena.




Vega.

martes, 25 de diciembre de 2012

"I just want you to be happy"

"If I told you that I have the solution to all of your problems... would you believe me?"

Así me asaltó mi hermana ayer, mientras poníamos la mesa. Le dije que no, obviamente. ¿Cómo iba a tener la solución a todos mis problemas, así de fácil? Si yo llevo meses o incluso años dándole vueltas a todo sin encontrar ninguna respuesta. Pues resulta que la tiene. Es difícil de conseguir pero definitivamente posible, y de verdad prometo que me gustaría intentarlo.

Hablar con mi hermana de temas importantes me produce varias sensaciones, entre ellas el miedo. Un doloroso nudo en la garganta causado por un intento desesperado de controlar las lágrimas que se agolpan en mis ojos. Puede sonar exagerado pero es así, mi hermana es una persona que dice las cosas muy directamente, no tiene reparo en soltar verdades una tras otra, sean buenas o malas. A veces también siento que realmente no me conoce. Obviamente es díficil que lo haga, teniendo en cuenta que se fue de casa cuando yo tenía 7 años y nunca más volvimos a vivir juntas... La mayoría de cosas que sabe sobre mí son puros testimonios, son datos, no creo que realmente entienda cómo funciona mi cabeza. Aún así se le acerca, porque si no no me causaría cierto pánico cada vez que hablamos seriamente.

El caso es que al parecer ha encontrado la solución a mis problemas. Y cuando digo problemas me refiero a mis grandes preguntas:

¿Por qué mi madre no me entiende?
¿Por qué siempre siento que me falta algo?
¿Me he equivocado eligiendo mi carrera?

Me ha dicho: "You need to work. But I'm not talking about half-effort, you need to work REALLY FUCKING HARD. Just for six months."

Al principio no lo entendí. ¿Cómo iba a ser esa la solución a TODO?
Después de varias horas pensando y dándole vueltas me di cuenta de que tiene razón. Nunca he trabajado al máximo, y le echo la culpa a la falta de vocación, a mi madre, a mi situación geográfica, a mi vida familiar, a los profesores, a los amigos que me abandonan, a mi soledad, a ser especial... Me paso la mitad del tiempo quejándome y lamentándome de mi miserable vida, poniendo excusas para no tener que aprender a dar el máximo. Nunca he estudiado a plena capacidad, nunca me he encerrado en casa durante semanas ni me he privado de viajes, horas en internet, sesiones de cine y cenas, nunca me he quedado estudiando hasta las tantas de la madrugada.
Siempre pienso: "aunque estudie mucho no voy a ser más feliz, no voy a encontrar la vocación que me falta. Lo único que voy a conseguir es amargarme con tanta ciencia y destruír mi lado artístico que es el que más me gusta de mí. Además, no sé hacerlo."


Hoy me di cuenta de que si nunca lo intento, nunca voy a saber si es cierto... Quizá debería probar, porque confío en mí misma lo suficiente como para saber que si realmente me mato, puedo conseguir lo que quiera. Y aunque ahora mismo no tenga mucho interés en trabajar como ingeniero... Es cierto que acabar la carrera es mi único billete de salida para empezar a dirigir mi vida como quiera, para que mi madre deje de agobiarme y por tanto para ser más feliz. Ya que no puedo dar marcha atrás, tendré que correr hacia delante.




Vega.

sábado, 15 de diciembre de 2012

#SiHubieraNacidoEnUSA

Ayer en twitter fue Trending Topic mundial #SiHubieraNacidoEnUSA. Cuántas millones de veces habré pensado en eso en estos últimos meses...

Si hubiera nacido en Estados Unidos seguramente sería más ignorante, sabría menos cosas, leería menos, me perdería las geniales películas europeas, la música española ochentera que tanto me gusta, pero también creo que sería más aventurera, más valiente, e incluso más feliz.

Los americanos pueden ser muy incultos, cerrados, horteras, cursis, blablabla. Pero por lo menos aprenden a ser indepentiendes desde muy jóvenes. Allí cuando empiezas el instituto empiezas a hacerte adulto, empiezas a tomar decisiones y a explorar las cosas que te gustan. Tienes decenas de opciones: el club de debate, el coro, clases de cocina, de baile, teatro, el musical,  francés, italiano, español, baloncesto, fútbol, natación sincronizada, el equipo de animadores, guitarra, piano, batería, ¡puedes hacer lo que sea! Puedes pasar los 4 años previos a la universidad experimentando con todo tipo de cosas hasta encontrar lo que realmente te apasiona... Y no es sólo que existan todas esas opciones, sino que te obligan a ser adulto y a buscarte la vida, te ponen todas las hojas de inscripción en un tablón enorme y tú tienes que organizar tus horarios, tus actividades, tu tiempo libre, tú tienes que preocuparte de plazos, papeles y audiciones. 

En España es completamente opuesto... Entras en el instituto por arte de magia, porque son tus padres los que te matriculan, se preocupan de pagar a tiempo, de reservarte la plaza y hablar con los profesores. ¿Y las actividades extraescolares? Un par de deportes, guitarra y poco más. Y encima están como escondidas, no puedes unirte a todas las que quieras y siempre tiene que ser a través de tus padres con las dichosas circulares. En vez de facilitarte la información con un simple tablón de anuncios, lo llevan todo como si fueran agentes secretos del FBI, yo por lo menos nunca llegué a enterarme de las actividades que ofrecía mi colegio. Y si se da el caso de que te enteras y hasta te apuntas a algo, te acabas preguntando ¿para qué? si no me van a dar ningún crédito, y encima me quita tiempo de estudio de las asignaturas obligatorias. Aquí no te animan a probar cosas nuevas, sino que te dirigen como pueden hacia las cosas teóricas, lejos de todo aquello que se parezca al arte, ese invento del demonio que nunca te dará de comer.

Y todavía hay más cosas, por ejemplo las elecciones a presidente del curso, con su campaña electoral, su debate, sus posters, sus papeletas y sus urnas. La gente dice "ya, pero la política es el cáncer de este mundo y no es necesario que los adolescentes se inicien en ella", pero no es cuestión de política solamente, es cuestión de que un crío de 16-17 años tome la decisión de presentarse como candidato, se organice su campaña electoral, aprenda a hablar en público y a exponer sus ideas. Es una cuestión de prepararte para ser adulto, de perder el miedo a la responsabilidad.

Aquí sales del instituto y de repente te encuentras en la universidad, y de la noche a la mañana tienes que estar pendiente de tu matrícula, de tus horarios, los plazos, el dinero, la tarjeta de crédito, de los apuntes que se cuelgan en la web, en reprografía, de las fechas de exámenes, TODO. El primer año te encuentras completamente perdido, te sientes como un niño pequeño e inútil que no sabe hacer NADA.
Y por supuesto no hablemos de los planes de estudios españoles. Aquí eliges una carrera, cursas las asignaturas que ya están previamente fijadas, haces los exámenes y fuera, licenciado.
En Estados Unidos puedes graduarte de absolutamente cualquier cosa. Te vas a la NYU y otra vez como en el instituto, puedes elegir todo tipo de asignaturas aunque no tengan que ver unas con otras. ¿Quieres dedicarte al teatro musical? coges canto, piano, baile. ¿Quieres dedicarte al periodismo? literatura universal, historia, idiomas. ¿Prefieres el mundo de la moda? Pues ¡también tienes donde elegir! La cuestión es que te permiten en todo momento dirigir tu vida libremente, sin prejuicios, sin "eso no vale para nada", sin "vas a acabar viviendo debajo de un puente"...

Me frustro mucho. Veo que allí la gente tiene todo al alcance de su mano y yo mientras tengo que conformarme con nada.




Vega.


miércoles, 21 de noviembre de 2012

¿Y si...?

Me encuentro hablando por Twitter con gente de Madrid, que se hartan de decirme que me envidian por vivir en Galicia. ¿Cómo es posible?

Dicen que en Madrid todo es muy caro y muy complicado, que hay miles de personas que siempre serán mejores que tú y que por mucho que sueñes a lo grande te acabas llevando una bofetada de realidad y te das cuenta de que no vales.

No sé hasta qué punto será cierto, pero es que no se dan cuenta de ese pequeño detalle, de que ellos PUEDEN soñar. Eso es lo que te da una ciudad grande, esa capacidad de "dream big", perder el miedo, ¡sentir que puedes al menos intentarlo!
En ciudades pequeñas hay que seguir a los demás. Si intentas destacar te devoran vivo, si sueñas siempre hay alguien que te dice que no lo hagas. Es vivir en un estado de conformismo permanente, y vivir siempre con miedo al futuro, a la gente, a ser un inadaptado. Simplemente te sientas, eliges una vida normal, una carrera normal y una profesión normal. 

Normal. Cómo odio esa palabra. Esa palabra es la raíz de todos mis problemas e inseguridades, es la culpable de que me dé miedo soñar, salir de mi caparazón y dirigir mi propia vida como me apetezca en cada momento...

Conozco a una persona que se escapó de esta vida. Fue mi mejor amigo en mi  último año de colegio. Él a pesar de vivir aquí, a pesar de todo lo que le tiraba la gente encima, nunca perdió la capacidad de ilusionarse, siempre hablaba de irse a Madrid a estudiar Arquitectura y Bellas Artes, porque aunque quería estudiar Diseño, todavía no existía esa carrera como tal. Pero ¿creéis que le daba miedo? Para nada. Estaba completamente convencido de que quería dedicarse a eso, y que no existiera la carrera de Diseño no le iba a parar. Estudiaría dos carreras si hacía falta para poder cumplir sus sueños. Y lo hizo. Se fue a Madrid y empezó su nueva vida, y cuál fue su sorpresa, que al año siguiente Bolonia implantó el Grado en Diseño. 
Ahora vive en Madrid con su novia en un estudio, está en su último año de diseño y trabaja en una línea de ropa sostenible con materiales reciclados, y si todo va bien desfilan en febrero.

Es mi ídolo. No dejó que nada ni nadie le dijera que no valía para hacer cualquier cosa que se propusiera en la vida, y ha conseguido hacerlo todo. Está VIVIENDO.

Nunca pienso en esto. Cada vez que me viene a la cabeza lo aparto, hago lo que sea para ignorarlo porque sé que me va a doler pensarlo, pero alguna vez tendría que salir. Y resulta que sí que duele. Duele pensar que soy una cobarde, que mis problemas de autoestima hayan dejado que otros dirijan mi vida, que desde los 15 años me convencí de que elegir un camino seguro era lo más apropiado para mí, porque no valgo para asumir riesgos. Duele pensar: 

¿Y si me hubiera arriesgado?


Sé que esta entrada, escrita en un momento de flaqueza, me va a costar una llamada de teléfono preocupada. Sé que ya no hay vuelta atrás, y no sufro a diario por este tema. Simplemente hoy lo he dejado salir.



Vega.